Mallorca en un día, ¿una locura?

No sé si definir lo que voy a contar como una locura, como un acto de juventud o como un grito al derecho a vivir y no sólo a sobrevivir.

-¿Qué os parece ir a Mallorca, alquilarnos un cochecito más o menos majillo y recorrer todo lo que podamos de la isla... con el agravante de tener que volver el mismo día por la tarde?

Ahí empezaba la historia de lo que defino como una demostración de lo que es querer vivir. Una amiga me planteó ese sueño improbable que se hizo realidad el 14 de abril, miércoles.

Fue un día idílico. ¡Los vuelos de ida y regreso llegaron con antelación!; el coche de alquiler, un Astra nuevo que sólo tenía 5.000 kms, nos costó 58 euros a dividir entre cuatro. A eso le sumamos los casi 25 euros que nos costaron los dos vuelos. Añadamos una comidita rápida y nutritiva basada en pan, jamón, queso, chorizo y un pan de molde de a.C.

El resumen del día: demasiadas risas, demasiados ciclistas (casi se estampa uno de ellos contra nuestra luneta en uno de los puertos por los que fuimos) que provocaban escenas muy peligrosas... pero lo mejor:


Una estupenda calita cerca de Torrent de Pareis (Sa Calobra) en la que pudimos, o mejor dicho, tuvimos la osadía de bañarnos. El agua estaba tan fría que las piernas no nos respondían y el pecho nos quemaba. Ahora que lo pienso, quizás en este aspecto del viaje fue más una locura que un momento de disfrute. Un viaje que dio para ver Sóller, Sa Calobra y un poco de Palma y ¿sabéis por cuánto? Sólo 53 euros.

Sin embargo, no sólo fue increíble el viaje en sí, sino la circunstancia que ocurrió mientras que soñábamos despiertos mis tres amigos y yo en la isla: El caos aéreo que provocó la erupción del volcán Eyjafjallajökull en Islandia. En el instante en que tan felizmente nos bañábamos en el Mediterráneo, 16 aeropuertos europeos cerraron. Y eso no es lo peor. Al día siguiente varios vuelos en Mallorca fueron suspendidos.

Hay veces en que la vida te sonríe. Este día fue una demostración para mí.