La maldición de la bebida que no quería ser ingerida por ningún ser humano

Hoy os traigo una historia graciosa a la par que autobiográfica. Os pongo en contexto:

El verano pasado nos fuimos Zola, Camacho (no el seleccionador), Gonzalo, Raúl, Fercho y yo a pasar unos días a Gandía. Preveíamos unas veladas de lo más productivas cómicamente hablando y, efectivamente, no fallaron las lágrimas de humor, aunque de un modo un tanto difícil de explicar por culpa de La bebida que nunca quiso ser ingerida.

A continuación veréis varios vídeos, algunos de ellos muy graciosos en los que se aprecia cómo cada vez que intentábamos beber una sangría, por alguna razón u otra no conseguíamos nuestro objetivo.

Intento 1º: La preparación

Antes de pasar toda la noche disfrutando del póker y de los locales de la zona, siempre nos preparamos la bebida para rendir al 100%. Camacho se ofreció voluntario para elaborar la primera sangría de la noche. El esperpento fue que cuando ya había reunido todos los productos en la jarra, no sabe cómo ni por qué, ésta se rompió por la base y manchó toda la cocina con el consecuente olor y pringue. El resultado fue el siguiente:

Intento 2º: El tic de Gonzalo

Cuando por fin se arregló el desaguisado de la cocina, nos pusimos a jugar al póker en la terraza. Mi fama me precedía. Mis amigos me llamaban el judío. La razón: les desplumé a todos. Pero eso no es lo que importa ahora, ¿o sí?

Gonzalo estaba intentando salir de la encerrona a la que le había llevado Zola con las cartas. Ni corto ni perezoso, empezó a hablar con ciertos tics en la mano que provocaron que la bebida de Zola acabase en su pantalón. Aún recuerdo cuando el 'jefe de la casa' nos pedía que fuésemos lo más limpios posibles. Un ejemplo:

Intento 3º: Lo más gracioso de la noche

Pero lo mejor de todo fue ver que el jefe de filas, que tan mosqueado había estado (y con razón) por las continuas manchas de los habitantes de la casa, también se tiró la copa encima. Eso fue el clímax de la noche.

Una gran noche que sin duda no olvidaré.